Sam Cooke. Keep movin' on (2002)

La diferencia entre el mundo exterior y la España del desarrollismo es que en 1964 el periódico ABC publicaba este surrealista titular:


Surrealista, porque la auténtica noticia era que el negro de la alcoba se llamaba Sam Cooke.


Buen disparo, señora, pero se acaba de cargar usted a uno de los mayores talentos musicales de su generación. Tragedia incalculable la suya, un tipo pendenciero y fornicador, tal vez; instalado, todavía hoy, a años luz de sus rivales.
Reconozco que tiendo a complicarme seleccionando discografías, y la de Cooke no me lo pone fácil  — o el tracklist es irregular, o la producción deficiente —; sin embargo se conserva un directo impresionante (¿hace falta que diga cuál? ¿en serio?), y el ya legendario, involuntariamente conclusivo, Ain't That Good News. Hay una historia, de las muchas en torno a ese disco, que me sigue revolviendo cada vez que lo escucho: la de la melodía nativa india (así se describía exóticamente en las notas de la contra) de Riddle Song, reconvertida en canción de cuna para el hijo que Cooke acababa de perder ahogado en un río. El modo en que se quiebra su voz en el último segundo de esta última canción contiene más verdad que la carrera entera de otros miles de artistas. Pero volviendo a la discografía me decantaré sin embargo por un título póstumo que tampoco muestra al artista muy conforme con algunas de sus pistas rentables, pues se trata, justamente, de la regrabación de las mismas que andaba preparando justo antes convertirse en un negro en una alcoba. Y era un momento tan convulso personalmente, tan intenso en lo creativo, que su resultado no podía durar. Al menos, lo tenemos.
Hay que decir el lanzamiento de estas sesiones bajo el título de Keep movin´on fue muy tardío y sólo en CD, supongo que en plena fascinación por el soporte digital. No pinta bien, ¿verdad? pues resulta que cada día que pasen sin descubrirlo será otro día tirado a la basura. Expande el universo de su obra maestra, condicionada por su drástica división entre los temas bailongos de la primera cara y las baladas del reverso, con nuevas y acertadísimas versiones de temas como Shake (al fin si esos odiosos coros del original) o un ejemplo mejor si cabe, un remozado Sugar dumpling que hace papilla la grabación del 62. Y asusta pensar a dónde podría habernos llegado Sam Cooke si esa hijaputa de Bertha Franklin no hubiera tenido tanta puntería aquella noche en su alcoba del Motel Hacienda.
Ya saben, se llama Keep movin' on. Pasálo.

Comentarios

  1. Pues creo que, excepto por algún que otro tema suelto (Wonderful World me viene ahora a la cabeza), no he escuchado gran cosa de Sam Cooke.
    Le pondré remedio, claro. De lo contrario, podría ir al infierno. O lo que es peor, al cielo.

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    Respuestas
    1. Nunca es tarde. Me alegra que nos reencontremos por aquí, ¡un saludo Enrique!

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